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lunes, 18 de abril de 2011

Kukulkán (La Serpiente emplumada)

El salón estaba lleno, las ventanas diez en la izquierda, diez en la derecha, la tormenta empieza a abarcar todo, al fondo se ven las culebrinas de los rayos chocar contra el suelo, los vidrios de las ventanas se empañan, mientras yo me empeño

Y el snob, se acomodó los lentes. Miró al auditorio de crédulos, y empezó a hablar, buscando las palabras cuidadosamente escogidas, con un afán gigante bordadas en oraciones.

El cielo es purpura y de el baja kukulkan, con sus bebés, sus plumas brillan y refulgen ante el sol blanco, reptan en el horizonte, y los pequeños cuando llegan a mi, me lamen la cara, uno se enrosca en mi pierna, y ronronea.

Los toco, y sus plumas son como de terciopelo, la lengua es bífida, y tiene un tacto como lija suave.

La gran Kukulkan habla, entre estruendos, entre relámpagos, y me dice un poema, recita las palabras frías, claras, sin afán.

Mientras yo despierto de mi letargo para escuchar las necedades y el impulso de un idiota.

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